La primavera en todo su esplendor , una mañana cualquiera. Caminábamos por la acera de la calle principal. Tú, risueña y angelical. Yo, serio y formal.
Quisimos adelantar el paso, los nervios tras la primera cita eran evidentes. ¿La conozco? -Me pregunté. Quizás de algún lejano rincón, de otra galaxia. Me respondieron...
Las sonrisas enmudecían cualquier palabra, los rayos del sol, guiaban nuestro paso. Una mirada coqueta hizo cambiar todo. No tenía más remedio. No había otra salida.
Logré concentrarme, por dos segundos me mantuve en las nubes. ¿Cómo no? Es la mujer de mis sueños, a quién había imaginado durante años... Y hoy, en frente, la observaba detenidamente.
En la cara, dos soles, que sin palabras hablan. Estaba perplejo. Me enamoré.
Lo dije y qué.
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