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viernes, 23 de julio de 2010
Interpretando
¿Por qué creciste tan repentinamente? ¿tenías algún temor?
Jamás pensé que podrías asimilarlo, dejar todo de lado y seguir luchando. Tu espíritu, tu fuerza interior y por sobretodo, tu intuición.
No abandones aquello que tanta alegría te proporciona, no ignores tus sueños, ten paciencia. Construye tu propio camino, al cabo de un tiempo te darás cuenta que todo está predestinado. Poco a poco irás hilando cada detalle...
jueves, 22 de julio de 2010
Ahora
Ahora que la adolescencia es un septiembre lejano,
humo de cerveza en un portal, un verano inacabado.
Algunos años en la facultad de ciencias,
papeles escritos, ron de Cuba, hojas de hierba,
un tren dormido en una vía muerta,
la luz de la ventana azul que siempre estaba abierta.
Ahora que quedan tan lejos las playas de Corfú,
las estaciones de trenes de Praga, Hamburgo o Estambul,
los viajes que trajeron a otros vistiendo nuestros cuerpos,
la luz de una cafetería, los amores conversos.
Ahora que te cansas y las piscinas cierran,
y apura el último baño la luz de las estrellas.
Ahora que regreso a los lugares a donde quise huir
y nadie me espera allí.
Ahora que casi llego a fin de mes,
que amo a una mujer.
Que amo a una mujer.
Ahora que pago las facturas, que me besé en La Habana,
que sueño con Lacandona, que ya no escribo cartas,
que cumplimos más añós que promesas,
que se hunden nuestros corazones como la vieja Venecia,
que llego tarde a los cines y al fin del planeta,
que alquilo un pequeño piso en un castillo de arena.
Ahora que duelen las resacas y cortan como una navaja.
Ahora que nadie nos saluda por los bares de Malasaña,
que pido auxilio, besos y comida por teléfono,
que fumo flores y lloro a veces mientras duermo.
Ahora que tiemblo como un niño abandonado.
Ahora que viejos amigos nos han traicionado.
Ahora es el momento de volver a empezar, que empiece el carnaval,
la orgía en el Palacio de Invierno, de banderas y besos.
Se cayeron mis alas y yo no me rendí,
así que ven aquí,
brindemos que hoy es siempre todavía,
que nunca me gustaron las despedidas
martes, 13 de julio de 2010
Alivio
¿Qué he de extrañar? Mientras continúas tu paso, mi paraguas se detiene, el abrigo no es más que un cobertor, tu mirada indolente y una seña paciente.
Observas a tu alrededor, ya no hay quien aguante, las calles vacías, la estación aguarda un pequeño vagón, te subes, y dejas la vista en aquel viejo carruaje de tiempos aquellos.
Pálida, continúas tu viaje, mientras yo, por mi parte, te espero en aquel viejo café, leo el periódico y respiro, una vez más.