Estaba dispuesto a enfrentar el papel. Tomé el bolígrafo con decisión.
Mientras el reloj avanzaba, las manchas de tinta figuraban el borde las letras. Todo en desorden, no había cohesión textual ni mucho menos coherencia léxica. El cuento estaba en stand by. La luz del pasillo se apagó de pronto. El callejón, completamente oscuro. De pronto, todo volvió a la normalidad, el cuento no se escribió. Y es que quizás no quería que acabase...

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