Benevolencia inherente

Te dejo la palabra sobre la pared. Observo la frase por encima de la vida. Mantengo la sutileza de tu ayer plasmado en la bitácora. Desarmo hiatos de ilusiones y superpongo los millones de diacríticos que forman tu nombre. Me gustaría reprochar las regalías de la galaxia e incentivar la voz empedernida del ocaso, firmando con un suave compás...  sobre tu regazo. 

Asciende

Camina hacia el infinito y efímero tiempo de absorción.

 Limita toda posibilidad de abstenerte a la sustancial vida planetaria. No dejes que la fuerza de atracción te haga caer hacia la litosfera.

 Incita a tus siete sentidos, conectate con la magificiencia de tu ser e ilumínate con nuestro Astro. El mismo que te trajo hasta aquí y que hoy, quiere que sigas su paso.

No dejes que el temor haga un punto de partida en tu piel, no dejes que la vida se lleve lo mejor de ti, esa esencia atmosféricamente volátil, que posee caracteres de una extra-visión olfativa del gusto por el tacto auditivo.

Eres luna y sol, cielo y mar, fuego y aire, el yin y el yang. Eres todo, absolutamente todo. 

Catarsis

Con la insistencia de la movilidad esencial de tu paso, guiado por la intrínseca pasión de tu andar, en compañía de la maravillosa y cautelosa problemática sustancial de la vida. Me sitúo aquí y asevero firme y concisamente: no puedo estar sin ti.

¿Cómo prevalecer ante la incertidumbre de la inexistencia rutinaria?

Es sencillo de comprender: produces un estado de éxtasis cartesiano, en conjunto con una amorosa locura temporalmente clarificada, grado 7.